Psicodélico : Arte Psicodélico

Antes de hablar del arte psicodélico descubramos el sentido de la palabra psicodelia.

Atendiendo a la génesis morfológica la palabra psicodelia proviene del griego antiguo donde la palabra «psico» aludiría a psique, mente o alma, y «delia» significaría revelación.

Por tanto aunque la definición del diccionario español remite a la tendencia surgida en los sesenta, el arte psicodélico ya se hace visible en obras anteriores y podemos hablar de antecedentes artísticos inspiradores del movimiento.

Arte psicodélico anterior a la psicodelia de los años sesenta

El arte visionario, es una forma de arte profético, al margen de corrientes o métodos escolásticos, donde se dan visiones; el artista derrocha sus recursos recurriendo a estados de conciencia extremos e incluso alucinaciones ya sean provocadas por drogas o situaciones personales, sociales, religiosas, genéticas (sería el caso de algunas enfermedades psicológicas o psiquiátricas) para trascender del mundo físico sensorial hacia la sublimidad de lo místico y/o espiritual.

Podríamos remontarnos a grandes clásicos de la literatura, la pintura e incluso la escultura rastreando rasgos acerca del arte visionario pero resulta imprescindible hablar del poeta y pintor inglés William Blake.

William Blake (Londres, 1757-1827) es considerado uno de los artistas totales del siglo XVIII más influyentes en el siglo XX, y su influencia vierte no solo sobre la generación beat norteamericana sino que también lo hace directamente sobre la psicodelia de la década de los sesenta.

Ya a temprana edad William Blake manifestó tener visiones, una de las más importantes fue el hecho de ver a Dios, según relató a sus padres, o el hecho de encontrarse con ángeles que bien dibujó en sus pinturas. Claramente tomó como recurso este tipo de manifestaciones extremas de conciencia. Resulta llamativo detectar cómo este artista inspiró a escritores como Aldous Huxley, uno de los máximos exponentes del movimiento psicodélico o arte psicodélico; no en vano es citado a lo largo de su obra.

William Blake es conocido por los artistas psicodélicos sobre todo por su libro Matrimonio entre el Cielo y el Infierno. En este libro se desarrollan situaciones donde se sobrepasan los cincos sentidos y del plano sensorial se pasa a un plano místico en donde ángeles y demonios revelan la verdadera naturaleza de estos y que no coincide con la doctrina canónica del bien y el mal. El mal en este caso es presentado como la fuerza energética y el bien como la fuerza de la razón.

Hay en este libro huellas en las que podemos rastrear características del arte psicodélico; uno de los proverbios recetados por el Infierno recomienda llegar a la sabiduría por el camino del exceso algo que artistas psicodélicos han reconocido siempre como una enseñanza, la cual han llevado a cabo visceralmente mediante la extrema estimulación sensorial, el consumo de drogas u otros métodos de conducirse hasta las extremas cotas del exceso, allí donde se encuentra esa supuesta fuente inspiradora de estéticas perturbadoras y revelaciones.

Otro artista incluido en esta corriente sería «El Bosco», en su óleo El Jardín de las Delicias podemos imaginarnos su influencia en las mentes de artistas psicodélicos.

El club de los Hashischins fue un club artístico parisino donde sus conocidos miembros eran adeptos del consumo de hachís generalmente en infusión para someterse a sus influjos alucinatorios y de este modo entrar en un mundo más verdadero. Eran miembros conocidos ilustres escritores parisinos como Victor Hugo, Charles Baudelaire, Alexandre Dumas y Honoré de Balzac entre otros. Como vemos la idea de alcanzar estados alterados de conciencia no fue genuina de Jim Morrison, Aldous Huxley u otros artistas psicodélicos.

Destaquemos la siguiente frase que podemos encontrar en el ensayo de Charles Baudelaire Los paraísos artificiales en la que dice: «La sensatez nos dice que las cosas de la Tierra bien poco existen, y que la verdadera realidad sólo está en los sueños».

El simbolismo es un movimiento artístico preeminentemente poético que utiliza patrones simbólicos para superar la realidad sensible y alcanzar belleza más allá de ésta. Dentro de sus precursores se encuentran poetas de la talla de Arthur Rimbaud, Baudelaire y Stephane Mallarmé. Estos poetas utilizan la metáfora sin importarles si su sentido fuera contradictorio, es por eso que se les ha acusado de herméticos o malditos. Es el caso del poeta Isidore Ducasse o Conde de Lautrémont, que por otra parte es considerado cuna del surrealismo.

Las similitudes con el arte psicodélico saltan a la vista, ya que estos poetas utilizaban la sinestesia (como ejemplo A. Rimbaud que asigno a cada vocal un color) y el desorden de los sentidos para inspirar realidades místicas, religiosas y verdaderamente lisérgicas (incluso antes de la llegada del LSD). Destacan las obras Una temporada en el infierno de A. Rimbaud, Las flores del mal de Baudelaire, el poema Una tirada de dados jamás abolirá el azar de S. Mallarme, y los Cantos de Maldoror del Conde de Lautrémont, que podrían ser inspiración para el mismísimo Charles Manson si su mente no fuera un simple brote de locura, pues estos cantos de Maldoror son la justificación estética del sadismo en su versión más mórbida y están repletos de imágenes y metáforas alucinantes.

El surrealismo es una corriente artística de principios del siglo XX que hunde sus bases en el dadaísmo y el simbolismo. Su cometido es directamente representar esa realidad superior ya sea mediante la escritura automática o la representación simbólica. La corriente se desarrolló a partir de su máximo exponente, André Breton. Es una corriente conocida por utilizar elementos del psicoanálisis y donde los sentidos conscientes no son tan tenidos en cuenta, a favor de los sentidos o significados inconscientes o subconscientes que generan las obras. Por este motivo los surrealistas consideraban los sueños como resoluciones a las ecuaciones de la psique mediante el puro símbolo, y se valían de su accionar para representarlo en sus obras. Estos mecanismos de producción artística basados en la escritura automática como medio para alcanzar el mapa simbólico del alma y la atención detenida en los engranajes del sueño son mecanismos muy conocidos y utilizados ya sea a sabiendas o no, por artistas psicodélicos.

No podemos dejar de mencionar a Salvador Dalí, ya que sus obras profundamente surrealistas evocan psicodelia por cada milímetro cuadrado, contémplense sus cuadros y se percibirán realidades cien por cien psicodélicas. En este mismo sentido cabe destacar a otros dos pintores surrealistas maestros del símbolo, lo onírico y lo arquetípico: Max Ernst y René Magritte.

Arte psicodélico de la década de los sesenta en adelante

El arte psicodélico nace en paralelo a la contracultura de los años sesenta, al movimiento hippie y al flower power.

Generalmente se habla de arte psicodélico como aquel que, apoyado en experiencias psicodélicas motivadas por drogas o por situaciones místicas o de otra índole, propicia un arte basado en fractales (tanto sonoros como visuales), motivos persas, atención extrema al detalle, sinestesia u otro tipo de experiencia sensitiva alternativa, uso de colores disonantes y saltones, figuras o sonidos ambivalentes o hipnóticos, metamorfosis, visiones, alucinaciones de toda índole, etc.

Con la aparición del LSD, descubierto por el farmacéutico Albert Hofmann, y su enraizamiento como droga recreativa, sus principales efectos (parecidos a los del peyote y la ayahuasca) la experiencia psicodélica propiamente dicha fue fuente de inspiración de la mayor parte de los artistas visuales, escritores y músicos de la década de los sesenta, siendo una corriente que podríamos calificar como mayoritaria en esa época. Debe su popularidad sobre todo a la incidencia en obras artísticas de los más afamados músicos, pintores y escritores, tales como The Beatles, Pink Floyd, Aldous Huxley, Janis Joplin, Thomas Pynchon, entre otros.

En la música concretamente la psicodelia se manifiesta mediante el uso de reverberación, efectos tipo wah-wah, efecto tremolo, introducción de sintetizadores e introducción de instrumentos exóticos, generalmente asiáticos e hindúes.

Fue especialmente popular la utilización del sitar en canciones de los Beatles como «Norwegian Wood», canción manufacturada por John Lennon; sin embargo el verdadero apasionado por este instrumento indio y su introductor fue George Harrison. La canción «Norwegian Wood» utiliza el sitar para el riff principal, y la canción habla de una distendida noche con lo que parece ser una chica de pura madera noruega. Tal vez la primera vez que este instrumento es usado por un grupo pop-rock.

Después podemos encontrar el sitar en otras canciones del grupo, pero es especialmente importante su utilización en la verdadera canción en la que los Beatles reconocen el hecho de haber sido escrita bajo una experiencia psicodélica con LSD, y que no es como la gente en general cree «Lucy in the Sky with Diamonds», sino «Tomorrow never knows».

En «Tomorrow never knows» el sitar es el instrumento principal, la música y la letra son ácido puro, y se utiliza un percusión también exótica. Rescatamos las siguientes frases «desconecta de tu mente, relájate, déjate llevar, no es morir. Abandona todo pensamiento, entrégate al vacío. Es brillar. Que puedas ver el significado del interior. Es hablar.».

En esta línea nos encontramos con que también los Rolling Stones sintieron curiosidad por el sitar y podemos encontrarlo acompañando a la voz de Mick Jagger en Paint it black.

Recordemos también que la conocidísima banda californiana The Beach Boys, en la afamada canción «Good vibrations» dice «amo el colorido de sus ropas y como juega el rayo de sol en su pelo» entre notas generadas por un tanerín.

Rock puramente psicodélico encontramos en la década de los sesenta en el grupo 13th floor elevators. Fue esta una banda con gran éxito en el circuito californiano y en San Francisco, ciudad pionera en la movida psicodélica. En su canción «Levitation» relatan: «alcanzando el techo, saliendo del piso, he roto mi horizonte, distanciando mi puerta, alto por encima de los montes hormiga, entre los aviones, cayendo en picado para oír el movimiento de los trenes, no necesito alas para guiarme, difícilmente están ahí, es claro que me constituí por dentro, me hace sentir ligero como aire, he conseguido mi levitación».

Si hablamos de rock psicodélico, cómo no hablar de Jimi Hendrix. Este genio de la guitarra es sinónimo de psicodelia. Es sabido que probó el LSD y era fumador de marihuana. Las portadas de sus discos son también psicodélicas. Cuenta la anécdota que Jimi Hendrix pidió para el disco Axis: bold as love que tuviera motivos indios, refiriéndose a indios nativos americanos, ya que su madre era india; sin embargo la discográfica, llevada por la fiebre psicodélica, realizó el motivo hindú con el que finalmente quedó la tapa a pesar del disgusto de Jimi.

En la canción «Purple haze» Jimi evoca una experiencia sin duda lisérgica: «Neblina morada había en mi cerebro, últimamente las cosas no parecen lo mismo. Actúo de forma rara pero no sé por qué. Discúlpenme mientras beso el cielo.».

Se dice que en su concierto en Monterrey tanto la banda como todo el público estaban bajo los efectos de drogas alucinógenas.

Otro famoso grupo rock con canciones psicodélicas fue The Doors. La banda liderada por Jim Morrison siempre tuvo una temática psicodélica. En la canción «Break on through» nos invita a cruzar al otro lado.

Santana fue otro de los músicos que con gran éxito internacional reflejaba el puro estilo psicodélico, tanto en su música, como sus letras: estilo, colorida vestimenta, misticismo etc. Además estuvo en Woodstock 69, un festival con diversos artistas psicodélicos y que es un hito de la música psicodélica y del hipismo.

El grupo Pink Floyd fue un referente de la música psicodélica en la movida underground inglesa. Su líder Syd Barret quedó traumatizado por la ingesta continuada de LSD y jamás pudo recuperarse, no queriendo asistir nunca a terapia. El grupo, dolido por el devenir de su ex líder, le dedicó la canción «We wish you were here».

Los viajes en LSD no solo inspiraron a grandes músicos, sino que también lo hicieron con escritores y artistas visuales.

En la literatura tal vez el máximo exponente está en la figura de Aldous Huxley. Escribió el ensayo Las puertas de la percepción, donde describe sus experiencias psicodélicas con la mescalina.

Tom Wolfe escribió Ponche de ácido lisérgico en 1968, otro de los libros cumbres de la literatura psicodélica de los años sesenta en donde se describe la vida de Ken Kesey y su banda, psiconautas que viajaban en un autobús escolar colorido.

La experiencia psicodélica, un manual basado en el libro tibetano de los muertos de Timothy Leary, es otro hito de la literatura sobre psicodelia.

En esta misma dirección debemos conocer de la aportación de Robert Wasson, que puso en manos del gran público los efectos del consumo de hongos alucinógenos mexicanos en su libro El hongo maravilloso: Teonanácatl Micolatría en Mesoamérica.

En el campo del arte visual tenemos a diferentes actores que han contribuido al arte psicodélico. Algunos de ellos son: Alex Grey, Michael Garfield, Jonathan Solter, Eric Nez, Pouyan Khosravi, Dennis Konstantin, Kelsey Brookes. Pertenecen a la segunda etapa del siglo XX. Se interesan por los fractales de la naturaleza, ya sea en la anatomía, en la geografía, geología, biología, etc. A través de ellos alcanzan bellas estampas que conducen a realidades místicas y detallistas, coloridas y profundas.

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