La psicodelia es un fenómeno cultural que nació a partir del descubrimiento accidental del
LSD o ácido lisérgico por Albert Hofmann, en 1938.
Psicodelia
proviene de las palabras griegas psiké y delos (visible, patente), que juntas se
traducen como «lo que manifiesta el alma».
Históricamente, el LSD fue descubierto durante la Edad Media, en Europa, aunque
la imposibilidad de realizar un estudio científico hacía que sus efectos fueran atribuidos a un
castigo divino. En el centeno crece un hongo llamado Claviceps purpurea que fue responsable
de la enfermedad conocida como Fuego de San Antonio, que producía gangrena y pérdida del miembro
infectado. Durante el siglo XVII ya se comenzó a investigar este problema de una manera racional y
científica. Denis Dodart, médico de la corte de Luis XIV, ya estableció la relación entre la
presencia del hongo en la harina del centeno y el mal del Fuego de San Antonio.
Fue recién a principios del siglo XX, que los investigadores
Albert Hofmann,
W. A. Stoll y sus colaboradores lograron describir con exactitud los doce principios activos del
Claviceps purpurea. En un principio, este descubrimiento pasó a ser olvidado porque
Hofmann había pensado que su descubrimiento podía ser utilizado con fines medicinales como
analéptico (estimulante del organismo) y, en específico, como estimulante de los sistemas
circulatorio y respiratorio; aunque después de varios años de experimentar con animales no se logró
ningún avance significativo, por lo que se abandonó la investigación.
Cinco años después, la intuición del doctor Hoffman le hizo regresar a su
descubrimiento original para probarlo nuevamente. Durante la síntesis se contaminó accidentalmente
con LSD por vía cutánea, por lo que sintió los efectos alucinógenos de una manera moderada. Al
siguiente día, convencido de que debía aumentar la dosis, probó nuevamente LSD pero esta vez con
una dosis exagerada por lo que su viaje tuvo una parte de alucinaciones terroríficas. Para regresar
a la casa utilizó una bicicleta, y durante el trayecto había tenido la sensación de que el mundo
era un espejo cóncavo, además veía alucinaciones caleidoscópicas y experimentó mucho vértigo. Todo
esto fue anotado en su diario por su ayudante, y por eso, el 19 de abril de 1943 es conocido como
el «día de la bicicleta». Así descubrió el efecto alucinatorio del LSD.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el ámbito científico se empezó a interesar
por esta droga y los primeros en probar activamente sus efectos fueron los psiquiatras, por lo que,
algunos años después, los efectos alucinatorios del LSD no tardaron en saltar al ámbito cultural,
ya que varios artistas empezaron a experimentar la apertura mental. A mediados de la década de
1950, artistas y profesionales ya lo habían consumido, por ejemplo los escritores Ernst Jünger,
Aldous Huxley,
Robert Graves, William Burroughs, Anaïs Nin, Arthur Koestler, Henri Michaux, Allen Ginsberg, Jack
Kerouac; además, también lo probaron Alan Watts, filósofo,
Timothy Leary,
investigador de
drogas psicodélicas,
Gregory Bateson, antropólogo y lingüista, entre otras personalidades.
Ian MacDonald, en su libro Revolución en la Mente, detalla algunos
aspectos claves para entender el fenómeno de la
psicodelia
en la década de 1960. En 1966, cuando el LSD llega a Gran Bretaña, los artistas que desean usarlo
tienen que recurrir al manual para expandir la mente escrito por
Timothy Leary
y Ricahrd Alpert llamado The Psychedelic Experience (La experiencia psicodélica).
Leary y Alpert, psicólogos de Harvard, desarrollaron The Psycheledic
Experience a partir del Libro tibetano de los muertos, un libro del budismo tibetano
cuyos textos se susurran a quienes agonizan para acompañarlos durante el viaje hacia la muerte y
posterior reencarnación. Timothy Leary y Ricahrd veían al LSD como una «sustancia química
sacramental», y esa fue la razón por la que seleccionaron al Libro tibetano de los muertos.
Sin embargo, Leary y Alpert convirtieron al LSD en un «juego de salón
psiquiátrico», al precipitar a miles de jóvenes norteamericanos hacia ella.
Según Joseph Heath y Andrew Potter, autores del libro Rebelarse vende. El
negocio de la contracultura, en aquel entonces se había asentado el discurso de que el uso de
la marihuana y el LSD solucionarían los problemas de la sociedad. Es decir, se pensaba que gracias
al consumo de LSD podía acabar con la guerra, terminar con la pobreza y crear un «mundo de paz,
amor y comprensión». Todo esto por un silogismo erróneo de la época: Si las drogas pueden cambiar
la mentalidad actual, entonces con su empleo generalizado se puede cambiar el mundo.
Por otro lado,
Aldous Huxley,
escritor que había experimentado con el LSD, había pronosticado que este alucinógeno convertiría
las experiencias místicas en algo «disponible para las masas». Leary utilizó las palabras de Huxley
para equiparar al LSD con la autotrascendencia, pero que no pueden ser equiparadas ya que la una se
produce por un proceso químico y la otra se da cuando dejan de ser reales la conciencia individual
y el universo material.
En su aparecimiento, los hippies adoptaron la postura de decir no a los bienes
materiales, expandir la mente y practicar el amor libre. Lo que se buscaba era la
despersonalización y la pérdida del ego. Dos eventos marcaron la historia, a saber, las protestas
de Mayo del 68 en Francia y el concierto multitudinario de Woodstock, llevado a cabo en Estados
Unidos, en 1969.