Durante la década de 1960, el LSD había llegado a todos los ámbitos de la cultura. Escritores,
poetas, artistas plásticos y músicos lo utilizaban. En un inicio, debido a los medios propios de la
época, las primeras expresiones del fenómeno que se conoció como música psicodélica se
dieron en el folk.
En 1960, John Fahey había experimentado ya con alterar las técnicas de
grabación, utilizó cintas al revés e incluyó instrumentos extranjeros como la cítara de la India y
la flauta, instrumento que tiene una carga oriental ya que aparece en relatos chinos y
griegos.
Posteriormente, Lead Belly, Sandy Bull, Davy Graham, entre otros, escogieron el
camino de la
música psicodélica
para grabar sus nuevas producciones.
Otro género musical que despegó rápidamente y se ha quedado por varias décadas
fue el rock and roll, ya que conjugó el ánimo de transgresión y de libertad que se cuajaba en esa
década. Los amantes del rock rápidamente dieron con variaciones eléctricas de sus instrumentos y
luego diseñaron diversos efectos por medio de pedales, trucos en las consolas de mezcla, y diversos
métodos para alterar el sonido como compresores, perifoneado o el uso de distinta manera de los
amplificadores tradicionales.
El primer uso del término «rock psicodélico» se atribuye al grupo 13th
Floor Elevators. Simultáneamente, The Byrds se convertiría en un grupo icónico por su canción
«Eight Miles High», que se puede traducir por ocho millas arriba y que hace alusión directa
al viaje producido por alucinógenos. Estados Unidos también vio el nacimiento de la cantante Janis
Joplin, de Jefferson Airplane y del virtuoso guitarrista Jimy Hendrix.
En Inglaterra, el movimiento
psicodélico
también estaba en su apogeo. En los inicios, la banda de más renombre fue The Yardbirds, liderada
por el virtuoso guitarrista Jeff Beck. También aparecieron Cream, comandada por Eric Clapton, The
Beatles, The Rolling Stones, entre otras.
Desde 1962, The Beatles hacía su aparecimiento en la escena musical,
primero como un grupo de pop que luego fue adquiriendo un tono más distorsionado, que en definitiva
fue la característica principal de la música de este periodo. Hay que sumar las sugerentes letras.
El primer ejemplo de este fenómeno en la música de los 4 de Liverpool fue la canción «Tomorrow
never knows», que fue escrita por John Lennon, y para la cual, los demás músicos hicieron su
aporte. Por ejemplo, George Harrison llevó una tambura que había conseguido en India, y con la cual
se mantiene la misma nota durante toda la canción, que, en las palabras de Lennon, debía ser como
«una letanía». De hecho, el título de la canción fue sugerido por Ringo Starr, y es una variación
de una línea del Libro tibetano de los muertos, publicación que años antes habían utilizado
los psicólogos
Timothy Leary
y Richard Alpert para redactar su manual de consumo de LSD The Psychedelic Experience.
Sin embargo, el gran año para la
música psicodélica
fue 1967, cuando los Beatles presentaron Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, un
disco que se hizo sin las presiones de las giras internacionales ni de los conciertos. En este
disco está la famosa canción «Lucy in the Sky with Diamonds», que fue prohibida en muchos lugares
porque sus iniciales son LSD, y era una clara apología al consumo de drogas. Ciertamente, la letra
de la canción presenta varios escenarios y personajes caleidoscópicos y deformados.
La canción estrella de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band fue «A day
in the life», una verdadera obra maestra por la suavidad con que Lennon aborda su canto, por la
elaborada manera de llenar los 24 compases intermedios con media orquesta sinfónica y por ese final
memorable en el que seis teclados tocan un sostenido y profundo Mi. En ese entonces, la censura era
muy fuerte y estaba siempre presente, por eso, la BBC censuró la canción por la línea «I'd love
to turn you on», que es una invitación que se hace para tener juntos una experiencia LSD.
El aparecimiento de este disco supuso un verdadero golpe en los demás grupos que
no se quisieron quedar atrás. Pink Floyd presentaba The piper at the gates of dawn, The
Rollings Stones respondía con Their Satanic Majestic; mientras tanto en Estados Unidos se
iniciaba el circuito de festivales de la cultura hippie. Jimi Hendrix aparecía en la escena, al
igual que Janis Joplin y The Doors.
Jimi Hendrix, nacido en Seattle, Estados Unidos, fue uno de los puntales
más fuertes de la
música psicodélica,
su destreza para tocar la guitarra lo hicieron merecedor de aparecer en el famoso Festival de
Monterey, y luego cerrar el mítico Woodstock, en 1969. Hendrix es conocido por dejarse
llevar en las sesiones de grabación en largos vuelos improvisatorios, en los cuales, los músicos
elaboraban una espiral de creatividad de la cual se han sacado 14 discos de estudio y otros tantos
de sus presentaciones.
Hendrix fue un músico autodidacta que aprovechó todos los recursos técnicos que
disponía en la época. Le gustaba utilizar mucho feedback y el trémolo para crear sonidos como ondas
caleidoscópicas. Usaba drogas abiertamente, tal como lo hicieron los músicos de esos días. Es
considerado como uno de los guitarristas más virtuosos de todos los tiempos, incluso se llegó a
decir que él y su guitarra formaban un solo cuerpo. Por eso tiene relevancia el gesto que tuvo al
final de su presentación en el festival de Monterey, cuando quemó su guitarra Fender Stratocaster
en un ritual parecido al de una purificación por fuego.
Por otro lado, otros exponentes de la música durante la época
psicodélica
fueron los británicos de la banda Pink Floyd. Ellos hicieron de sus presentaciones
verdaderas obras maestras de música y efectos visuales. Su música estuvo fuertemente influenciada
por el consumo de LSD, tanto así, que Syd Barret, uno de sus miembros fundadores, tuvo que dejar el
grupo porque había dejado de ser funcional para las presentaciones.
Uno de los conciertos míticos de Pink Floyd se realizó en Earls Court,
Inglaterra, bajo el nombre Pulse, en 1995. Para este concierto se utilizó lo último en efectos
visuales como proyecciones láser, luces robóticas montadas en un anillo que se movía en varias
direcciones en cuyo interior se proyectaban videos, explosiones controladas, un avión que vuela
sobre el escenario y explota sobre el público, entre otros artilugios multicolores, que ciertamente
rememoraban el lado más ácido de la década de 1960.